La delgada línea

Cada día lo hacemos nuestro, con todos sus instantes, esencias de vida, resumidos en besos.
Nos miramos por fuera y revivimos por dentro. En tantos sentimientos contenidos, que brotan como la vez primera. Como si hubiesen esperado hasta conocernos, guardados entre hielos del pasado para fundirse como nuestros cuerpos.
Aún guardas en el fondo de tu armario, las mejores prendas de tu alma, aquellas que otra vida te manchó y hoy tardas en lucir para mí. Curioseé en tus ojos y te vi con ellas puestas el domingo, quizá te ajustasen un poco por lo que creció tu corazón. Dices, que por el cariño que le doy, que mi amor engorda y tú…; tú aún guardas la línea.

Esa línea que separa dos vidas paralelas de la felicidad, la que trazas entre el sueño y nuestro paraíso.

Tiempo

Siempre el tiempo furtivo,

cruel ejecutor de instantes,

fiel guardian del destino.

Tan pronto te haces tarde,

como tardas en el dolor

de quien lucha contigo.

Vivir sin verte

Dime, acaso,

si dejé de venir a verte en tus sueños.

En el paseo de aquel parque;

durante el silencio de nuestra puesta de sol;

en el frío de aquella tarde.

Dime, acaso,

si no vengo a verte,

entre fotos escondidas

y cartas sin remitente.

Sobre nuestras gotas fundidas

en los cristales empañados

de una tarde de Septiembre.

Dime, si no vengo verte

cada noche en tus sueños

y beso tu frente.

Si no sigo vivo

entre el olvido y el presente;

entre el polvo del retiro

y el eco de tu mente.

Dime si sigo vivo

entre tu vida y mi muerte.