domingo, 2 de agosto de 2009

Casa no hace hogar, ni sueño realidad.

Volvemos a contarnos nuestros propios cuentos; que son los únicos que nos creemos; los que nos creamos con la única intención de vivirlos si alcanzamos el objetivo del sueño más profundo. En ellos nos convertimos en sultanes o princesas, pero nunca en satanes ni en bellacas. Son parte del engaño a que sometemos a la razón para borrar lo que no se nos dio. O aquello que dejamos escapar por culpa de una mala borrachera de pasión, o de un mal sueño de amor.
Pero de qué sirve dibujar la vida de cuento, si los cuentos, cuentos son. De qué nos sirve escapar de la vida en un sueño, si los sueños, sueños son. O acaso no fue real el daño y el dolor por el sentimiento y el desamor. ¡A ver si al final todos vamos a ser sultanes o princesas…!
No, perdona; pero no te permito que interpretes mis sueños, ni juzgues mis cuentos. ¿Acaso lo hago yo con los tuyos?. Aquellos de niña feliz en casa de cuento de hadas; de boda de princesa con príncipe azul… No sólo no los juzgo, si no que te perdono por no haber sabido escoger al protagonista.
Sólo un quijote enamorado vería castillos y reinas en sus elucubraciones. Y como casa no hace hogar, ni sueño hace realidad; ahora que me has despertado, compruebo que lo que fueron castillos, ahora son ventas; y donde un día vi una reina ahora sólo veo a una aldeana.
Perdón por este despertar, pero al despertador se le olvidó besarme.

1 comentario:

fifi dijo...

La vida entera es una fantasía, una quimera en la que nos inventamos todo, hasta a nosotros mismos. Todo es un espejismo, de castillos, de principes y princesas, de riquezas y de nobles cruzadas en pro de... de huir de la realidad mas cutre y mas frustrante. Tanto que, como quijotes, si recobramos la consciencia será para morir de tanta incoherencia como nos rodea.

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